Nosotros

Imaymana es una voz Quechua que significa: multitud de cosas…

Tal vez esa palabra resume el concepto que nos reúne alrededor de nuestro oficio, la posibilidad de múltiples experiencias, de diversidad de objetos y funciones, de una amplitud de miradas respecto del arte que nos convoca. Y fue precisamente la cerámica precolombina la que nos unió y nos mantiene juntos en este camino, como motivación para explorar la belleza del mundo prehispánico a partir de la investigación y la reproducción de las diversas culturas que habitaron y habitan nuestros territorios del Abya Yala.

En esa búsqueda del origen, encontramos un modo de vivir, de relacionarnos con la naturaleza (a través del barro como de la vida vegetal y animal) pero también con toda la manifestación de la vida, con toda la expresión de la divinidad, con la de los pueblos que respetan la diversidad. Ese camino es el de la tierra/barro, el del agua, el aire y el fuego; el sol y la luna, aunados en el concepto de la Suma Qamaña, el arte del buen vivir.

Buscamos una forma de vida que respete a la naturaleza y se abrigue con ella. Nos acercamos a los materiales nobles, al ciclo de la vida, por medio del reciclaje, la recolección y el diseño. Con esfuerzo, trabajo, dedicación y constancia, fuimos construyendo una red de relaciones y reciprocidades, aprendiendo de los demás y compartiendo nuestros conocimientos y experiencias.

Desde la cerámica precolombina nos adentramos en nuestra Abya Yala, con sus símbolos y constelaciones tan profundos y asimismo de una sencillez plena. Nos volvimos hacia esos signos, hacia el río que baja de la montaña llevando vida a su paso, hacia la población vegetal y animal que nos ha acompañado hace milenios. Escarbamos en ese pasado arqueológico y observamos en este presente indígena la fuente de alimentación para nuestro hacer y nuestro pensar.

Usamos medios manuales de construcción, imitando a los artesanos de antaño: pastillaje, paleteado, bruñido, aplicación de engobes, esgrafiado y terminaciones manuales. Cocinamos nuestras piezas con leña, con el poder transmutador de las llamas y el fuego. Buscamos en los sonidos antiguos el reflejo de una conciencia comunitaria, de instrumentos que fueron usados para expresar un ritual de comunión entre los hombres, la naturaleza y la divinidad.

Elegimos trabajar con arcilla por el poder sanador del barro, por la comunión de mover las manos y traspasar intención a una pieza. Creemos en la capacidad curativa de nuestro arte, que se expresa en la capacidad de absorción de la arcilla, así como de la experiencia artística como método para facilitar estados meditativos de relajación. Creemos en la alegría de enfocarse en un objetivo y la concreción de ese proyecto, en la superación de los obstáculos y las limitaciones. Creemos en las palabras, en el diálogo y en el silencio.